El surgimiento del Coronavirus nos hizo recalcular los hábitos de consumo a todos en este mundo. Parar la actividad mundial y ver como una pandemia se apoderó del mundo hizo que los países se re planteen cómo estamos viviendo y sobre todo como estamos descuidando a la única fuente de oxígeno que tenemos, el planeta tierra.
Como diseñadora de modas me vi responsable de revisar qué impacto está teniendo la industria en la que me estoy insertando. Para esto estudié la actividad de la misma y desemboque en un documental que revela la verdad detrás de la industria textil. “The true cost” es una película que revela la verdadera cara de la moda.
Vivimos en una emergencia climática y el sector de la moda y los textiles es una de las industrias más contaminantes y derrochadoras. La industria sigue careciendo de transparencia, con una explotación generalizada de las personas que trabajan en la cadena de suministro. Nunca antes había habido tanta gente en el planeta esclavizada, y la moda es un factor clave de esta realidad. Las marcas y los minoristas todavía no se están responsabilizando lo suficiente por el salario y las condiciones laborales en sus fábricas, los impactos ambientales de los materiales que utilizan o cómo los productos que fabrican afectan la salud de las personas, los animales y nuestro planeta vivo.
El 24 de abril de 2013, el edificio Rana Plaza en Bangladesh se derrumbó. Más de 1.100 personas murieron y otras 2.500 resultaron heridas, lo que lo convierte en el cuarto desastre industrial más grande de la historia.
Hemos visto algunos cambios positivos en la industria en los últimos años. Sin embargo, los abusos de los derechos humanos y la degradación del medio ambiente siguen siendo frecuentes. Si bien una gran cantidad de público se ha vuelto más consciente de estos problemas, muchas personas permanecen en la oscuridad, sin saber que su ropa puede estar contribuyendo a la crisis climática y la explotación humana.
Desde el inicio de la pandemia de Covid-19, la situación habitual se ha derrumbado en toda la industria de la moda. Con las tiendas minoristas cerradas y las ventas en línea enlentecidas por la recesión económica mundial, las marcas de moda están en problemas. Sin embargo, como ocurre con demasiada frecuencia en tiempos de crisis, muchas de las dificultades de esta pandemia han recaído sobre los miembros más vulnerables de la cadena de suministro: los trabajadores. Se ha visto que las marcas cancelan sus pedidos de fábricas y proveedores, retienen los pagos de productos terminados y en producción e incluso exigen descuentos, ya que las fábricas de algunos países están reabriendo sus operaciones.
Con respecto a esto, podríamos reflexionar que estamos en una situación crítica y no es fácil para nadie sobrellevar esta situación. Pero creo que esto sirve como un gran llamado de atención para toda la población para poder meditar sobre nuestros hábitos de consumo. El hecho de que muchas fábricas cierren dentro de la industria perjudica a los trabajadores, pero por otro lado hace parar la producción y por lo tanto ofrecer menos productos al público y es acá cuando cada persona se tendría que parar a pensar si de verdad están haciendo un uso razonable del consumo. Es en este momento de crisis mundial que nos damos cuenta de todo lo que consumimos sin necesidad, y solo por un deseo.
Se sabe que a partir de esta pandemia la mayoría de la población se replanteó muchos aspectos de la vida, pero ¿será este finalmente el momento que el mundo cambia la mentalidad de consumo? ¿O es algo pasajero que en unos años cuando el mundo vuelva a la normalidad, volveremos al consumo masivo sin cuidar de nuestro planeta?
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